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jueves, 1 de julio de 2010

Viviendo con Fuerza (part. 7)


Desde que se habían casado, hace ya unos años, Paula apenas había tenido que trabajar y había sido Manolo el que había llevado todo el peso económico de la casa, como era de recibo en aquel entonces. No le gustaba que su mujer trabajase, tenía un pensamiento muy cerrado en este sentido, a él esta situación le hacía sentirse menos válido. El no poder mantener a su familia le carcomía por dentro más si cabe que la enfermedad que padecía. Por desgracia para él, no había otra solución. Paula había entrado a trabajar en el servicio de limpieza del hospital 1º de Octubre, esto la ofrecía la posibilidad de, a parte de tener un trabajo con el que poder pagar las facturas, poder estar pendiente de su marido, pues ocupaba ya hacía un tiempo una habitación en dicho hospital. Nunca le había faltado a Manolo en un solo momento, siempre estaba a su lado cada vez que este habría los ojos.

El doctor llamo a Paula. - "La operación ha sido un éxito, su marido pronto se repondrá y podrá hacer una vida casi normal. Hemos tenido suerte de contar con el donante justo en este momento" - le dijo mientras pasaba, despacio, las páginas del informe sujetas a una carpeta. Levantó su vista por encima de las gafas. - "Manolo ha vuelto a vivir Paula".
Paula rompió a llorar, en un llanto silencioso, y abrazó con fuerza al médico que sorprendido devolvió el abrazo y, no me hagáis mucho caso pero creo que, tampoco pudo sujetarse a pesar de su experiencia y alguna lágrima rodó por su rostro.

miércoles, 9 de junio de 2010

Viviendo con Fuerza (part. 6)


Antonia, entró en casa rápidamente, como si sus más de 100 kilos de peso tiraran directamente de sus piernas en lugar de cargarlas y entorpecerlas. Sabía que era mensajera de buenas noticias, y no había otra cosa en la vida que hiciese más feliz a la madre de Paula, como demostraría el resto de su vida, que repartir felicidad por donde pasara: - Paula! Paula! Es Manolo, esta en el teléfono de "ancá" la Zalamea. La Zalamea, aparte de la comadrona, era la única que tenía teléfono en todo el pueblo. Paula dio un bote y salió corriendo hacia la casa de la comadrona, esa misma noche había estado con ella mientras daba a luz a Juan Manuel, su segundo hijo, pero en estos momentos no lo parecía, nadie podría imaginar que la sombra veloz que salía por la puerta era de una "recién parida".
Dejó al pequeño Juan Manuel en brazos de Antonia y corrió, quizás más rápido que nunca, para llegar a la voz de su marido.

- ¿Si? ¿Manolo?

- Que, niña ¿Que tal? - La voz de Manolo se oía débil, apagada. Aunque intentara desmostrar cualquier otra cosa, se notaba sin fuerza.
- ¿Que tal el parto? Y Anabel? Y el pequeño?

- Todo bien Manolo, todo bien. El parto estupendo, muy rápido, como venía más pequeño de lo normal... no ha pesado mucho, pero es fuerte. Dice la Zalamea que él solo saldrá adelante sin ayuda de incubadora ni nada.

- je,je, no se yo a quien habrá salido... ¿Un mes antes de salir de cuentas, no?

- No, no, dos meses, es sietemesino, muuuy delgado, se le notan todos los huesitos... y unos pies... menudos pies tan grandes.

- ¿Osea que ha nacido el 30 de junio en lugar de el 30 de agosto?.... ¿Se puede decir entonces que le falta un verano? - Manolo hizo un intento de risa que se convirtió en un fuerte ataque de tos, su voz se volvió aún más apagada -.... niña, estoy muy mal... espero salir de esta para poder veros y abrazaros, vivir un tiempo más a vuestro lado... ver crecer a los niños...tirarnos en la hierva como el día en el que te conocí... aunque esta vez los cuatro... quiero salir de esta, niña...

- Y vas a salir idiota, ¿Que te crees?. No..no digas tonterias....

- Ayer creí que no llegaba, niña. No tenía dinero ni para una mierda de taxi, todos los vecinos estaban trabajando y, finalmente, tuve que ir al Uno de Octubre en autobus.... vomitando sangre. Creí que no iba a llegar, Paula, creí que no llegaba...

- Tranquilo, ....., en dos días estoy allí. Dejo a los niños con mi madre, como acordamos, y te veo en dos días, ¿vale? ya verás como llega algún riñón compatible, ya verás...........

- No llores Paula, no llores por favor, llegará ese riñón seguro, mientras tanto cuida de mis niños, ¿vale? y háblales mucho de mi. Un beso cariño, te tengo que dejar.

martes, 1 de junio de 2010

Viviendo con Fuerza (part. 5)


Hacía tan solo cuatro meses que había nacido la pequeña Ana Isabel, una niña regordeta y dormilona que se había convertido en la alegría diaria de Paula y Manolo. Pasaban horas enteras apoyados en la cuna mirando como dormía, como cerraba sus manitas y empuñaba el dedo de Manolo en cuanto lo sentía cerca. Se miraban como bobos cuando, después de tocarle un poquito el labio inferior, Ana Isabel, esgrimía una mueca de enfado que poco a poco iba desapareciendo a medida que el sueño profundo la volvía a invadir, o cuando soñando esbozaba una pequeña sonrisa.

Esa mañana estaba resultando perfecta. A Paula le habían confirmado que estaba, nuevamente, embarazada y les habían entregado las llaves del piso en Getafe, un hogar para su familia, una vida nueva que empezaba. Sin embargo no todo iban a ser buenas noticias... hacía ya algún tiempo que el riñón de Manolo le estaba dejando avisos que no había sabido comprender. El cansancio inundaba su cuerpo y sus días, tanto que había tenido que dejar el trabajo de mecánico por las tardes. Hacía meses ya que le costaba orinar y cuando lo hacía, su orín, tenía un color demasiado oscuro. No le había comentado nada a Paula, no quería asustarla, y él se había acostumbrado a vivir con ello, sin darle la importancia que debiera... no se la había querido dar.
Sin embargo ese día el aviso se convirtió en urgente cuando, sin venir a qué, comenzó a vomitar sangre. La primera de las veces siguió sin querer darle excesiva importancia pero no dejaba de vomitar, una vez tras otra, tiñendo de rojo el salón de su nuevo hogar.
Así entro la enfermedad en la casa de Manolo y Paula, con forma de bilis sanguinolienta, y poco a poco, durante bastante tiempo, consiguió hacerse dueña absoluta de sus vidas.

sábado, 29 de mayo de 2010

Viviendo con Fuerza (part. 4)


Le gustaba sentir el viento golpeando su cuerpo, suavemente, mientras cogía velocidad, le hacía sentirse vivo, libre. Le gustaba pasearse en moto por las calles de Madrid, yendo de una dirección a otra a entregar las cartas.


Gracias a lo aprendido en el servicio militar, donde había formado parte del grupo de mecánicos, había podido encontrar trabajo en correos. Por la mañana se dedicaba a repartir cartas urgentes y a arreglar las motos de sus compañeros, se había convertido en un fuera de serie con las dos tiempos en general y con las Vespas en particular, esto había hecho que encontrara también trabajo por las tardes, reparando motos en una tienda de compra/venta de motocicletas.

Después, terminada su larga jornada laboral, iba a casa de Isi, su hermana, que estaba impartiendo clases en un colegio del barrio del Pilar, para que le ayudara a sacarse el graduado escolar y más tarde, por fin, llegaba a su casa. Una pensión en casa de Lola, a la que todos los inquilinos llamaban Tata, debido al gran trato y afecto que la mujer ofrecía a estos.

Lola repartía cariño sin igual a todos sus inquilinos, como la madre que nunca pudo ser debido a una infección en los ovarios cuando era muy joven.

Manolo saboreaba el puré que La Tata había cocinado esa noche, mientras, contaba a Paula, que no había tardado en reunirse con él en Madrid, las anecdotas del día de trabajo, las cartas que había repartido a personajes ilustres y como se había caido con la moto cuesta abajo cuando un perro (el mejor amigo del hombre y el peor enemigo del cartero) le había cerrado el paso. Entre risas se acerco a ella, la abrazó por la espalda, la besó la mejilla y puso sus dos manos en su vientre, suspiró hondo: - "Dos mesecitos, Paula" "dos meses para ver a nuestra hija" susurro a su oido mientras la cara de ambos se iluminaba.

viernes, 21 de mayo de 2010

Viviendo con Fuerza (part. 3)


Apenas sabía leer, pero esperaba entusiasmada las cartas que Manolo le mandaba desde Badajoz.

Siempre acompañaba a sus cartas una fotografía nueva, vestido de militar, quizás con compañeros, quizás subido en uno de los tanques que arreglaba. Se le notaba feliz, como no podía ser de otra manera, apenas contaba con 19 años. Paula, sin embargo, parecía cada día más decaida. Las tardes lluviosas de San Sebastian no ayudaban mucho, la lejanía de su tierra y su marido lo hacían demasiado duro a pesar de contar con el apoyo de sus dos hermanas y los maridos de estas. Pese a su trabajo limpiando las casas del dinero, no encontraba acomodo. Estaba deseosa de que su marido se reuniera con ella, aunque fuera allí, en la lluviosa San Sebastián y así participar de la vida y no ser una mera observadora.

Mientras llegaba ese día, se contentaba con mal-leer la frases, llenas de amor y cariño, que Manolo le mandaba desde la lejana tierra extremeña e imaginaba un beso, mientras las olas bañaban sus pies descalzos y la arena de la Concha donostiarra.

Viviendo con Fuerza (part. 2)


El humo espesaba la sala de espera. Manolo no paraba de fumar, los nervios le obligaban a andar sin descanso. Paraba, apenas apoyaba el culo en el asiento, volvía a ponerse en pie como un resorte y se encendía otro cigarro. Algo malo estaba pasando, lo presentía. A los pocos minutos de esta intuición le llamó el médico:

- "Manolo, verdad?". -"si, dígame doctor, ocurre algo? Ha salido todo bien?" preguntó casi tartamudeando.

- "bueno... Eh... Su mujer está bien. Su hijo, sin embargo, no ha sobrevivido al parto. El cordón umbilical se le ha anudado al cuello y... Bueno... No hemos podido..., no, no hemos podido".


Abatido, Manolo dejó caer el cigarro al cenicero de pie que estaba junto a la puerta y cayó derrotado en la silla por unos minutos. Después, pensó en su mujer, respiró hondo, y salió de la sala de espera camino a la habitación en la que Paula miraba al techo con los labios apretados y los ojos tratando de contener las lágrimas. Manolo le puso su mano en la cabeza, suave. Ella esbozó un intento de sonrisa y no se dijeron más......... nada más con palabras.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Viviendo con Fuerza (part. 1)

Podría empezar por cualquier otro instante en sus vidas. Por como se conocieron en las entrañas de la Extremadura de finales de los 60, por las tardes de vino y risas en los prados cercanos al pueblo, por los bailes en los guateques, por el primer beso... pero son momentos que desconozco pues, aún viendo fotos de estos, nunca se me han sido contados y nunca me he atrevido a preguntar, no me preguntéis el porqué.
Podría hablar del primer "te quiero", de la primera discusión de pareja... de la primera reconciliación, del último beso antes de la despedida, pero ¿quien no tiene estos momentos en su memoria?.

No, no voy a comenzar por ahí, prefiero empezar cuando su vida en común decidió girar, cuando Fortuna les marcó con una cruz escarlata en la espalda, cuando las muchas desgracias y la fuerza que demostraron para acabar con ellas les han convertido en un ejemplo a seguir en este sentido... al menos, para quien esto escribe.
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Prefiero empezar por el momento en el que todo se precipitó.
En el momento en el que supieron que Paula estaba embarazada, exigía la cultura popular, que los jóvenes terminaran uniéndose en matrimonio. Y así lo hicieron, sin fotos que atestiguaran tal unión, ni tal deshonra para la familia, los dos jóvenes se convertirían en marido y mujer hasta que la muerte los separase... O mejor dicho, intentara separarlos, pues ni la muerte pudo vencer las ganas de vivir y de luchar que ambos, aunque nunca les sonrió la fortuna, atesoraron durante toda su vida.
Un saludo.